Reiki, una palabra, corta y sonora, escuchada hace ya muchos años….Una difusa idea de su significado y contenido….Un amigo, gravemente enfermo, batallando, año tras año, por su vida….Una amiga que quiere ayudar en momentos de duelo emocional….y cita el reiki como curación… Todo queda ahí….suspendido…esperando su momento.
Pasa el tiempo, mucho tiempo, y el momento, mi momento, llega. En otra búsqueda… se cruza el Reiki. Despierta mi curiosidad. Primeras sesiones. El cuerpo, dolorido y agitado durante mucho tiempo, siente sosiego y reposo. Las noches difíciles llegan ahora más felices. Prescindo de pastillas para dormir. Las horas diurnas parecen atravesadas, también, por una mayor calma. Las demandas y tareas cotidianas se hacen más lentas y leves…más tranquilas…El cuerpo se siente mejor y el ánimo cambia…
Hacer el curso de Reiki con Ainara el pasado fin de semana, me ha dado una perspectiva distinta y complementaria respecto a lo ya experimentado en las sesiones individuales de los últimos meses. Conocer el origen del Reiki y los primeros maestros, percibir y experimentar el movimiento de la energía en mi cuerpo y en el de otras personas, sentir cómo la anergia del cuerpo fluye o se estanca, y activar su movimiento…La asunción de emociones en ese recorrido energético…y la paz y tranquila relación establecida entre las personas participantes…ha sido una experiencia muy importante para mí. Llega ahora un tiempo de trabajo más personal, un trabajo hecho, día a día, para poder llegar a conocer y experimentar una realidad que está ahí, en nosotros mismos, y que debemos atender y hacer crecer…Integrar el Reiki en mi vida, hacer de él un instrumento para la sanación, la armonía física y el bienestar emocional. Compartir con otros lo vivido. Agradecer a la vida su regalo….y también a las personas que hacen e hicieron el camino para traer hasta aquí, hasta nosotros, el reiki. Gracias Ainara